sábado, 29 de octubre de 2011

Dí que no olvidarás.

Tengo muchos miedos. Pero hay dos mucho más grandes que el resto: Miedo al fracaso y al olvido. El fracaso es lo que viene después de hacer las cosas mal, y reconozco que este miedo no vino hace demasiado. Pero el peor de todos es el miedo al olvido. Por gracia o por desgracia, recuerdo casi todo. De hecho, mis recuerdos son como darle al replay, puede que recuerde hasta que sonreí cuando te abracé por primera vez, incluso lo que sentí. La sonrisa tonta que se te quedaba en la cara, el brillo de tus ojos, y el sonido de tu risa. Fue maravilloso. Pero la gente se empeña en olvidar. Y no sé si envidiarles. Yo tengo presente mi pasado para poder seguir al futuro. Ellos caminan sin puntos de referencias. O eso pretenden fingir. Olvidan buenos y malos momentos, los malos porque son malos y los buenos porque les entristecen. Es cierto, es muy triste recordar algo feliz que no volverás a vivir, vivirás mucho mejores. Pero no, mejor olvidarnos, no pasan página; empiezan otro libro y el anterior arde, y en el humo desaparece mi sonrisa. Yo no quiero que me recuerdes siempre y que me hables cada vez que te acuerdes de mi. Yo quiero que me recuerdes aunque sea una vez al año y pienses: ''Qué bien lo pasabamos. ¿Cómo estará?'' Como hago yo una vez a la semana. Tú me conocías, sabes que muy en el fondo sigo estando. Para las buenas y para las malas. Los sentimientos que creabas en mi eran algo digno de recordar e imposible de olvidar. No he olvidado nada. Los recuerdos se pierden en el tiempo, y lo que le entregas al tiempo le pertenece para siempre. Y el tiempo tendrá todos los recuerdos del mundo, hasta algún otro en el que aparezca yo riendo o llorando, menos los míos. Los míos siguen y seguirán en mi cabeza. Si esto te importa, no tienes nada de lo que preocuparte.

Tengo miedo al fracaso, al olvido... y a no verte nunca más.

viernes, 14 de octubre de 2011

Gracias.

Me acuerdo del día que la conocí. Estaba ya oscuro, otoño de hace un año. Apenas había hablado con ella, pero me cayó muy bien. Y Dios sabe por qué razón la seguí viendo, y la simpatía que sentía por ella se transformaba en risas cada tarde que la veía. Y poco a poco, como todo en esta vida, se fue convirtiendo en algo más y más grande en mi vida. Reíamos por todo y llorábamos por todo... juntas. Quiero creer que nada de eso ha quedado atrás, porque es duro no poder, cuando la veo, abrazarla, preguntarle simplemente qué tal le va, o ver cómo se desdibuja la sonrisa de su cara cuando nuestras miradas se cruzan. No quiero perder nunca más. No me gusta. Pero estoy empezando de 0. Qué remedio cuando empiezas en un sitio nuevo, pero me ayuda mucho. Porque todo lo que voy consiguiendo lo hago con mi esfuerzo día a día. Partiendo de lo que parezco hasta demostrar lo que soy. Y cuando llego a casa después de entrenar teniendo que pasar por las duras miradas de las personas a las que fallé, leo un texto que habla de mi, de que puedo cambiar. Es ella, volviendo. Volviendo cuando más la necesito. Me dan ganas de llorar, y creo que de alegría. Porque la he echado mucho de menos. Tú no sabes lo que es perderte, porque nadie querría, nadie querría excepto yo. He despertado, he vuelto. Y no quiero que confíes ciegamente en mi, quiero que me dejes demostrarlo, poco a poco, como empezamos, ¿te acuerdas?




 

domingo, 9 de octubre de 2011

Querida Sonia,

te contaré una historia. Era una reina, la reina de los principios. A la que todos querían y defendían porque había demostrado muchas veces que ella sí que valía la pena, que con ella sí que se podía contar. Pero un día, la oscuridad inundó el reino.   Las sonrisas se fueron de las caras y los niños manchados de negro levantaban sus manos al cielo pidiendo que todo volviera a ser como antes. Todo de volvió turbio. No se distinguía el mal del bien. Los principios y valores se perdieron entre el humo que iba rompiendo su bonito castillo.
 Y aún así, mientras el castillo dejaba de ser rosa para volverse gris, algunos locos seguían diciendo que el castillo y su reina seguían valiendo lo mismo aunque todo pareciera ennegrecerse. Fue como una maldición. Y la reina, ya maldita por el conjuro seguía prometiendo que ella era la misma, pero fue una mentira que se le echó a la cara. Paradójico ya que siempre todo fue perfecto. Otro siempre que se queda en nada, como no. Y los aldeanos se iban del castillo, ya no tenían protección ya que su reina más que reina era bruja. Y antes de quemarla en la hoguera ella pidió una última oportunidad, porque, convencida de que se acordaba de quién era aunque vistiera de negro y volara en escoba, sabía que podría volver. Y la encerraron en la más alta habitación de la más alta torre y desde allí volvería y saldría de la torre con su vestido rosa y dorado a su reino verde y meravilloso,y los aldeanos volverían porque los bosque volvían a crecer cada vez más altos y verdes. Pero la bruja sigue encerrada en la más alta habitación de la más alta torre, no espera príncipes, se espera a sí misma. Porque sí es verdad que hubo luz dentro de ella brillaría, porque la luz, porque mu tenue que sea, brilla en la más absoluta oscuridad, que era donde se encontraba ella.

 Y en este cuento no hay malos ni buenos, príncipes azules ni sapos. Sólo lo que fue de una reina a la que la vida cambió, y volverá más, y mejor.

Después de disimular~

Te dejaste media vida en mi recuerdo, te llevaste lo que te pertenecía y lo que yo te quise dar. Me quitaste lo que más quise. Me arruinaste la semana, me quedé sin ilusión. Me quisiste y me olvidaste, me cambiaste por alguien mejor. Nos perdimos el respeto. Y qué fácil es decir adiós. Y qué difícil pedir perdón. Y cuanto me gustaria empezar de 0. En mi pantalla ya puso: ''Game Over.''. Pero no me deja seguir jugando. Recordando lo que he sido pienso que aún debajo de toda la mierda estoy. Pero qué fácil es fingir una sonrisa y que difícil llorar en público. Que fácil acusar y qué dificil tragarse el orgullo. No tengo referencias de comportamiento ni nadie en quien fijarme, así me va. Pero ahora sí, ni un sólo lamento. Nada de esperar la luz. Nada de rendirse, hora de levantarse y coger el toro por los cuernos. De ir y decirle a mi vida: ''no soy tan débil''. Hora de dirigir mi vida. De ser realista y pedir lo imposible. De vivir mi vida como yo quiero que sea. Es hora de tomar yo las decisiones. De que 1 + 1 dará lo que a mi me apetezca.

~me partí por la mitad.

Pero a ver que no que no que yo te quiero.

Lo que siento no puede verse desde allí. Más mis palabras de aquella forma interpretadas. Que se esconde siempre lo que no dices para hacerse de rogar. El descenso ha sido duro, de lo más alto a los subsuelos. Bien, solo cabe mejorar. Porque no hay nada en absoluto que vaya bien. No, ni una sola cosa. Toca borrón y cuenta nueva. Y como todo principio es duro. Aunque algo tengo claro, hay que luchar, hay que trabajar. Los imposibles sí que existen, y estoy hablando de cosas que no pasarán nunca. Y es hora de hacerse a la idea. Es hora de ser realistas. La vida te da lo que le pides, y si no le pides nada te quita lo que tienes. No voy a hablar de principios porque yo he perdido los míos en algún bar. Sólo dime por qué no me dijiste que estaba cayéndome en el abismo. No es justo. No sé que hago aquí. Estoy muy perdida. Y tampoco sé cómo salir de aquí. Está realmente oscuro. Es horrible. Lo único que tengo es lo que he conseguido. Y no estoy orgullosa. Pero ¿cuál es mi excusa si me he vuelto a tropezar? Sólo sé que no sé nada. De todas formas, esto no se para aquí. Seguimos sobre el escenario y el show debe continuar. Que suba el telón y 3, 2, 1,...
Que la fiesta empiece ya.

Atte: La que es lo que nunca quiso ser.

jueves, 6 de octubre de 2011

Yo tampoco confiaría en mi.

~

Debo tener serrín en la cabeza.

El ser humano es el único ser que tropieza dos veces con la misma piedra. Pero yo me prometí que no volvería a ocurrir cuando tropecé por primera vez. Y aquí estoy, como un pez dando vueltas en su pecera, olvidando lo que aprende por cada vuelta que da. ¿Pero qué está pasando? Joder, que yo nunca he sido así, que yo siempre estuve al otro lado. Parece que hiero a quien más quiero. Sonia, aprende. Piedra, piedra, piedra. Dios mío. Vale, ya sé. Voy a parar, parar un segundo a pensar sobre qué pasa conmigo. ¿Por qué hago todo esto? Y encima llueve sobre mojado. No, serrín no es, ni eso. Hay hueco vacío, probablemente me hables y suene eco. Estoy perdidísima. Creo que he olvidado lo que significa la amistad. O he olvidado todos mis valores y principios, esos que tardé tanto en escribir. Estoy en la mierda, así, tal cual. No quiero seguir por este camino. Quiero dejar de equivocarme, ¿Cómo lo haceis vosotros? Se acabó. Ya está. Ya que no tengo nada dentro de mi cabeza puedo empezar de 0.
·Nº1. Primero los demás y después tú. ·Nº2. No hieras a quien te quiere. ·Nº3. Las palabras no valen nada. Demuéstralas.

Parece que me dedico a perder a la gente. No sé quien será el siguiente, no habrá siguiente. Es hora de ponerse a trabajar y a luchar, y en todos los aspectos.