lunes, 21 de enero de 2013

Hasta volvernos locos.

Hablemos toda la noche, hasta que no quede nada más que decir. Podemos hablar de sueños rotos, de deseos, de amores perdidos, de cosas que no podemos cambiar. Pero hay más que lágrimas, y nunca he sido un pesimista, a pesar de todo, prefiero seguir pensando que no existe la casualidad. Es muy poco científico. Que eres como una canción pegadiza, que no deja de sonar en mi cabeza. De que cuando estoy contigo no existe nada más. Y que me muero por saber qué pasa por tu cabeza cuando miras serio al infinito. Pero casi prefiero mirarlo contigo.

 Estamos viviendo demasiado cerca del suelo cuando nacimos para volar. Volamos con miedo a caer. Y andamos queriendo volar. ¿Sabes? Duermo con las ventanas abiertas por si vienes y para que se escape el tiempo sin verte. Pero déjame saber si esto es cierto porque no quiero seguir rezándole al techo que vengas.

 Creo que te quiero porque no necesitas palabras. Por lo que se ve en tus ojos cuando miras al vacío. O por la sonrisa cada vez que me ves, es sólo que haces las cosas fáciles. Así que hablemos, hasta volvernos locos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario