sábado, 20 de febrero de 2010

Puestas de sol.

Sentarse en una playa desierta, cerrar tus ojos por unos momentos y disfrutar de la dulce brisa que acaricia tu rostro, oír como las olas rompen contra las rocas, apreciar el olor a mar, ése que tanto te gusta. Abrirlos para dejarse maravillar por una preciosa puesta de sol. Observar cómo lentamente el sol se esconde bajo el mar, sin prisas. Sentirte insignificante bajo la grandeza del Sol.
Los colores calidos que se dibujan en el cielo parecen estar hechos sólo para ti. Sonríes. Disfrutas de cada momento, no tienes otra cosa que hacer, dejas tu mente en blanco y pierdes tu tiempo sentada en aquella playa, aquella maravillosa tarde. Te sientes bien, te sientes viva.
Desearías que tu vida fuera quedarte ahí y simplemente, respirar.
Pero, aunque no lo sepas eres feliz, y momentos cómo este, hacen que tu vida merezca la pena

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